FINALMENTE el gran Debate para desmontar - desenmascarar la GRAN farsa del coronavirus SARS-CoV-2 aka PLANdemia COVID. El RETO PRUEBA TÚ TEORÍA QUE EXISTE UN VIRUS! Los médicos por la verdad de Terreno versus los médicos y científicos que creen en la teoría de germenes de Louis Pasteur. PARA sorpresa el primero en aceptar el reto es el Dr Mike Yeadon, ex virologo y vacunologo de Pfizer. Se seleccionarán 5 laboratorios de virologia y se en enviarán 3 muestras de virus de 20 personas de los cuales los laboratorios no saben cuales son, es decir a ciegas. 1 de Influenza A 1 de SARS-CoV-2 1 de cáncer de pulmón Fase 1aislar y purificar el virus Fase 2 secuenciar el genoma del virus. Al día de hoy nadie ha aislado, purificado y secuenciado el coronavirus SARS-CoV-2. Cómo sabemos que supuestamente existe porque en enero 2020 el Dr alemán Christian Drosten aka Mengele Eichmann hizo la prueba PCR hisopado en una computadora insilico y en menos de 24 horas la OMS le aprobó el pape
Increíble!! y eso que no es creyente! y que tal si lo fuera como el Señor Jesús nos manda a que tengamos FE en Él en todo lo que hagamos.
Mateo 6:33-34
33 Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
34 »Así que, no se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. ¡Ya bastante tiene cada día con su propio mal!
Se atrevería usted a desprenderse de sus más valiosas posesiones y enfrentar la vida sin un solo peso en el bolsillo?
Esto fue precisamente lo que hizo la alemana Heidemarie Schwermer hace 16 años y, según le contó a BBC Mundo, este modo de vida no le ha proporcionado más que felicidad.
Cansada de la vida que llevaba como maestra de escuela y psicoterapeuta y preocupada por la cantidad de personas sin techo que veía en su país, esta mujer que ahora tiene 69 años decidió lanzarse a una aventura con la que siempre había soñado: vivir sin dinero.
Y aunque había previsto que el experimento se prolongaría por un año, al poco tiempo se dio cuenta de que ya no había marcha atrás.
"Fue una gran liberación", afirma, recordando
cómo regaló todo lo que tenía, incluso su departamento. "Lo mejor es la
sensación de aventura. No sé qué pasará por la noche, ni al día
siguiente por la mañana. No siento miedo, sino una gran curiosidad",
agrega.
En un principio, Schwermer comenzó intercambiando cosas: ofrecía sus servicios -desde limpiar casas hasta ayudar a la gente con sus problemas personales- a cambio de techo y comida. Pero ahora dice que no se trata exactamente de un intercambio, sino simplemente de compartir.
"Doy lo que quiero dar y me dan lo que necesito", explica a BBC Mundo. De esta manera Schwermer cubre sus necesidades más básicas. La ropa que viste se la proporciona la gente con la que convive -desde los collares que usa hasta los pantalones o los abrigos- y los demás gastos en que incurre -desde pagar por la comida o un boleto de tren- corren por cuenta de sus anfitriones.
Lo que ella brinda es del orden de lo espiritual. "No son cosas materiales, sino que brindo mi presencia. Hay mucha gente que tiene problemas o que está sola. Yo los escucho y los ayudo pensar qué quieren hacer con sus vidas".
También organizaciones, instituciones y grupos la invitan a dar charlas y seminarios sobre su particular modo de vida.
Para eso hacen faltan muchos amigos, o por lo menos muchas invitaciones. Ninguna de esas dos cosas le faltan. Gracias una entrevista que le hizo una radio años atrás, su nombre empezó a volverse familiar en Alemania.
A esta primera entrevista siguieron varias por televisión, y numerosos artículos popularizaron su imagen y su proyecto.
El interés por Schwermer creció hasta transformarse en tres libros escritos por su propia mano -cuyas ganancias, como es de esperar, donó a organizaciones de caridad y a terceros- y un documental que actualmente se exhibe en diferentes partes del mundo.
Pero, a la par de la curiosidad y la admiración que generaba en algunos, florecieron también las críticas.
Muchos sostienen que es un parásito, que no le
hace falta dinero porque vive del de los demás. Muchas personas que
duermen en la calle tampoco se identifican con una mujer de clase media,
que no tiene nada porque sencillamente no quiere tenerlo.
Schwermer se defiende. "Es verdad que son otros los que ganan un sueldo para pagar el pan que yo como, pero yo también trabajo todo el día. Hago cosas por la gente. En el mundo occidental hay muchos que se sienten aislados, y yo los ayudo con mi presencia. Puedo ser una madre, una hermana, una amiga, lo que necesiten", dice a BBC Mundo.
"Quienes dicen eso es porque viven en el viejo sistema, pero todo va a cambiar", argumenta convencida de que ésa debería ser la forma de vida para todos.
¿Y cuando llegue la vejez? ¿Qué pasará cuando su compañía deje de ser una ayuda, un solaz, para convertirse en una carga?
"¿La vejez?", responde entre risas a BBC Mundo. "¡Pero si ya soy muy vieja! La verdad que no pienso en esas cosas. Cuando se presente el problema, también se presentará la solución", concluye Schwemer.
Fuente: BBCMundo
34 »Así que, no se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. ¡Ya bastante tiene cada día con su propio mal!
Se atrevería usted a desprenderse de sus más valiosas posesiones y enfrentar la vida sin un solo peso en el bolsillo?
Esto fue precisamente lo que hizo la alemana Heidemarie Schwermer hace 16 años y, según le contó a BBC Mundo, este modo de vida no le ha proporcionado más que felicidad.
Cansada de la vida que llevaba como maestra de escuela y psicoterapeuta y preocupada por la cantidad de personas sin techo que veía en su país, esta mujer que ahora tiene 69 años decidió lanzarse a una aventura con la que siempre había soñado: vivir sin dinero.
Y aunque había previsto que el experimento se prolongaría por un año, al poco tiempo se dio cuenta de que ya no había marcha atrás.
En un principio, Schwermer comenzó intercambiando cosas: ofrecía sus servicios -desde limpiar casas hasta ayudar a la gente con sus problemas personales- a cambio de techo y comida. Pero ahora dice que no se trata exactamente de un intercambio, sino simplemente de compartir.
"Doy lo que quiero dar y me dan lo que necesito", explica a BBC Mundo. De esta manera Schwermer cubre sus necesidades más básicas. La ropa que viste se la proporciona la gente con la que convive -desde los collares que usa hasta los pantalones o los abrigos- y los demás gastos en que incurre -desde pagar por la comida o un boleto de tren- corren por cuenta de sus anfitriones.
Lo que ella brinda es del orden de lo espiritual. "No son cosas materiales, sino que brindo mi presencia. Hay mucha gente que tiene problemas o que está sola. Yo los escucho y los ayudo pensar qué quieren hacer con sus vidas".
De casa en casa y de charla en charla
En la práctica funciona más o menos así: Schwermer recibe invitaciones de gente de distintas partes del mundo que la quiere recibir, y sus anfitriones le envían un boleto para que pueda llegar.Para eso hacen faltan muchos amigos, o por lo menos muchas invitaciones. Ninguna de esas dos cosas le faltan. Gracias una entrevista que le hizo una radio años atrás, su nombre empezó a volverse familiar en Alemania.
A esta primera entrevista siguieron varias por televisión, y numerosos artículos popularizaron su imagen y su proyecto.
El interés por Schwermer creció hasta transformarse en tres libros escritos por su propia mano -cuyas ganancias, como es de esperar, donó a organizaciones de caridad y a terceros- y un documental que actualmente se exhibe en diferentes partes del mundo.
Pero, a la par de la curiosidad y la admiración que generaba en algunos, florecieron también las críticas.
Schwermer se defiende. "Es verdad que son otros los que ganan un sueldo para pagar el pan que yo como, pero yo también trabajo todo el día. Hago cosas por la gente. En el mundo occidental hay muchos que se sienten aislados, y yo los ayudo con mi presencia. Puedo ser una madre, una hermana, una amiga, lo que necesiten", dice a BBC Mundo.
"Quienes dicen eso es porque viven en el viejo sistema, pero todo va a cambiar", argumenta convencida de que ésa debería ser la forma de vida para todos.
¿Y cuando llegue la vejez? ¿Qué pasará cuando su compañía deje de ser una ayuda, un solaz, para convertirse en una carga?
"¿La vejez?", responde entre risas a BBC Mundo. "¡Pero si ya soy muy vieja! La verdad que no pienso en esas cosas. Cuando se presente el problema, también se presentará la solución", concluye Schwemer.
Fuente: BBCMundo
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