Cuando las teorías de conspiración se convierten en realidad, o quizas siempre fueron verdad. Después de 41 años de acuerdo a la ley de transperencia del gobierno de USA se hace público como fue que se hizo el deal de los famosos petro-dólares entre USA y Arabia Saudí en 1974. A raíz de la victoria de Israel sobre todos sus enemigos árabes y rusia en la Guerra de Yom Kippur en 1973 y también gracias a la ayuda de Nixon de enviar todo el apoyo militar posible, en 1974 el carte l de la mafia de la OPEP lleva a cabo el embargo de petróleo y doblegar a USA en donde la economía prácticamente colapsa. El fracaso no era opción así que Nixon comisionó a William Simon, secretario de tesoreria, un ex trader de bonos de Salomon Brothers para negociar con los saudí. El deal era muy sencillo: USA le compraria petróleo a Arabia Saudí, y proveera al reino con armas y equipo y a cambio los saudí comprarian bonos y tesoros del estado para así financiar la deuda que ya USA habi...
“Es una catástrofe, una tragedia enorme a nivel humano, histórico y de civilización”. Bat Ye’or, en hebreo “Hija del Nilo”, que huyó de Egipto en 1955, es la autora de éxitos de ventas como “Eurabia” (Lindau, 2006) y “Verso il califfato universale” ("Hacia el califato universal") (2008).
Con Il Foglio comenta el éxodo de los cristianos de Mosul, ciudad que ha caído en manos de las milicias del califa al Baghdadi: “Estos hechos nos demuestran que ya vivimos en el tiempo del Corán. Un tiempo distinto al nuestro. El tiempo del Corán no cambia, permanece siempre enrocado en la palabra del Profeta, en sus gestos y comportamientos. Leyendo las declaraciones del nuevo Califato, reconozco los mismos discursos que se hicieron en el siglo VII durante las guerras contra los infieles. Es la misma mentalidad, la misma rigidez. No ha cambiado nada: lo que vemos hoy explica los acontecimientos del pasado”.
Bat Ye´or nos explica a qué se refiere: “Hablo de las masacres por las conquistas, del terror que hacia huir a pueblos enteros,
de los saqueos, de la ley de la dhimmitud y de todos esos procesos de
islamización que he examinado en mi libro ‘Il declino della cristianità
sotto l’Islam’ (´El declive de la cristiandad bajo el Islam´) (Lindau,
2009)”. Nuestra interlocutora ha sido la primera en plantear el tema de
la dhimmitud, condición teológica, política y jurídica vinculada
inexorablemente a la opresión y a la persecución de los infieles: “Me
han atacado ferozmente por haber acuñado esta expresión, con la que
quiero explicar la relación entre musulmanes y no musulmanes. He
demostrado que no existía esa tolerancia de la que alardeaban los
poderes políticos europeos, obedientes a la Organización para la
Cooperación Islámica (Oci). Son muchos los motivos - añade - que
explican la sumisión de las comunidades cristianas. Uno de ellos es,
naturalmente, el miedo, la vulnerabilidad. Está también el trauma de
trece siglos de masacres y terror. Pero no se debe olvidar que, a lo
largo del siglo XX, estas comunidades fueron abandonadas por los países
europeos.
Países que no han protegido a los armenios, que han preferido a
Turquía antes que a una Armenia independiente. Y lo mismo vale para los
griegos masacrados por los turcos. Los países europeos no querían
proteger a los cristianos, querían utilizarlos. Veían en ellos un instrumento para modernizar y occidentalizar la mentalidad musulmana,
la sociedad, el islam”. Basta pensar en lo que sucedió entre 1950 y
1980, cuando “Europa quería construir con los cristianos de Oriente un
puente hacia los países musulmanes y árabes, y luchaba contra los
nacionalismos de los cristianos dhimmi. Europa decía que la buena
integración de los cristianos en la sociedad musulmana era la prueba de
la corrección de su política de fusión con el mundo árabe. Era ni más ni
menos que la fundación de Eurabia, de la inmigración en masa. Y también
un argumento permanente de su lucha contra Israel”.
La historiadora explica que los
cristianos de los países musulmanes habían recibido una disposición
concreta por parte de los poderes europeos, de sus iglesias, de los
notables: “Integrarse en las sociedades musulmanas, ser más árabes que
los árabes, odiar a Israel y aliarse con los palestinos. Esta elección representaba su única garantía de supervivencia en los países musulmanes.
Sabían muy bien que los países cristianos no los habrían protegido, que
habrían sido sacrificados en aras de los intereses de los musulmanes”.
Sin embargo, antes del éxodo de Mosul no se hablaba de este fenómeno.
Los motivos son simples, según Bat Ye’or: “Desde 1973, toda la política
mediterránea de la Comunidad europea se ha fundado sobre la tolerancia,
el amor por la paz y los principios humanitarios del Islam. La historia
ha sido reinterpretada y escrita para probar esta nueva doctrina. Se
atacaba a todos los escritores y los historiadores que proponíamos una
interpretación distinta. En mis libros demostraba que la elección de la
UE de unir la cultura a la política, tal como sugería Javier Solana,
representaba una vuelta al fascismo”.
Europa, observa, “ha rechazado el cristianismo para acercarse siempre más al islam
y este rechazo abarca también el odio hacia Israel y la alianza con sus
enemigos”. Sin embargo, las razones son también otras, empezando por la
“destrucción del estado nacional, con sus raíces culturales, históricas
y religiosas; con sus instituciones democráticas”. Y además el silencio
es cómodo: “¿Por qué hablar de los cristianos? Ellos representan la
prueba del fracaso de la política europea. Algo que debe esconderse.
¿Dónde están los ejércitos de Europa que ayuden a los cristianos y
protejan a los europeos del terrorismo? Nuestro gobernantes nos han
transformado en mercenarios de la yihad”. Pero por encima de todo,
observa nuestra interlocutora, “defender a los cristianos víctimas de la
yihad significaría que la lucha de Israel es justa. Israel, pueblo
odiado por Europa. Prefiere que mueran los cristianos y la misma Europa
antes que acercarse a Israel. Cuanto más combata Europa a Israel, más
difícil será para la primera combatir por su supervivencia, desde el
momento en que Israel es su misma alma y fuerza”.
Fuente: Religión en Libertad
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