FINALMENTE el gran Debate para desmontar - desenmascarar la GRAN farsa del coronavirus SARS-CoV-2 aka PLANdemia COVID. El RETO PRUEBA TÚ TEORÍA QUE EXISTE UN VIRUS! Los médicos por la verdad de Terreno versus los médicos y científicos que creen en la teoría de germenes de Louis Pasteur. PARA sorpresa el primero en aceptar el reto es el Dr Mike Yeadon, ex virologo y vacunologo de Pfizer. Se seleccionarán 5 laboratorios de virologia y se en enviarán 3 muestras de virus de 20 personas de los cuales los laboratorios no saben cuales son, es decir a ciegas. 1 de Influenza A 1 de SARS-CoV-2 1 de cáncer de pulmón Fase 1aislar y purificar el virus Fase 2 secuenciar el genoma del virus. Al día de hoy nadie ha aislado, purificado y secuenciado el coronavirus SARS-CoV-2. Cómo sabemos que supuestamente existe porque en enero 2020 el Dr alemán Christian Drosten aka Mengele Eichmann hizo la prueba PCR hisopado en una computadora insilico y en menos de 24 horas la OMS le aprobó el pape
Dice ser descendiente directo del profeta Mahoma.
Cuenta ya con un amplio territorio en el norte de Irak y de Siria, y cerca de 100.000 yihadistas, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos
Cuando su nombre apareció en mayo de 2010 con su alias, «Abu Bakr al Bagdadi», tras su elección al frente de lo que quedaba de Al Qaida en Irak, nadie en los círculos oficiales de Bagdad ni en la CIA tenía apenas noticias de él. El nuevo líder de la rama iraquí de Al Qaida estaba entonces al frente de un puñado de radicales suníes de varios países, quizá unos centenares, empeñados en hacer la guerra a Estados Unidos.
Hoy Abu Bakr al Bagdadi manda un ejército disciplinado y motivado hasta el extremo, compuesto por casi 100.000 combatientes,
según estima el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos. Y además se
ha proclamado califa del territorio que ha conquistado en el norte de
Siria y de Irak.
Pero ¿quién es Al Bagdadi? La información que se tiene de él es escasa y a veces contradictoria. Se sabe que es un excelente predicador musulmán,
entrado en los cuarenta, tal como reveló el vídeo de su sermón en una
mezquita de Mosul tras la conquista de esa ciudad iraquí por el Estado
Islámico. Para muchos de sus seguidores, aquel fue también su primer
encuentro visual con el líder.
La ficha biográfica en poder de los norteamericanos es
sorprendente. Al Bagdadi, registrado como Ibrahim Awad Ibrahim al-Badry,
fue detenido en una redada del ejército estadounidense contra yihadistas suníes en 2004.
No era la figura que buscaban y después de unos días de detención en
Camp Bucca fue liberado. Un militar norteamericano declaró a la CNN que,
al despedirse, el detenido le dijo en inglés con tono irónico: «Nos
vemos en Nueva York».
Entrar en la leyenda
El perfil trazado por algunos investigadores árabes de Abu
Bakr al Bagdadi pretende meterle en la leyenda. El líder islamista
habría nacido en el seno de una familia humilde cerca de la localidad
iraquí de Samarra. Sus padres eran musulmanes sufíes -la rama del islam
más tolerante y espiritualista-, pero Abu Bakr se radicalizó en Bagdad mientras realizaba sus estudios de teología musulmana para convertirse en predicador. Para darle más pedigrí le emparentan con la tribu del profeta Mahoma. Al Bagdadi se toca con un turbante negro, propio de los sayid, descendientes del profeta.
Estados Unidos, sin pretenderlo, allanó su camino al
estrellato. En 2006, una operación armada norteamericana acabó con la
vida del entonces líder de Al Qaida en Irak, el jordano Al Zarqaui.
Cuatro años más tarde, en otra operación, esta vez combinada con
fuerzas iraquíes, murieron cerca de Tikrit los dos dirigentes más
prominentes del grupo yihadista suní. Fue el momento de la aparición en
escena de Al Bagdadi, que renovó su vasallaje a Al Qaida y su compromiso
de expulsar de Irak a las fuerzas infieles invasoras.
Con la tribu
El nuevo líder yihadista -«¿Quién es ese tipo?» preguntó la
CIA a sus contactos en Bagdad- comenzó a reconstruir la trama urdida
con paciencia oriental y un gran sentido de la oportunidad. Al Bagdadi
trabó alianzas con las tribus suníes del norte de Irak, entroncadas
desde antiguo con las de Siria, a las que unía el deseo de revancha por
la discriminación desatada por el nuevo régimen prochií de Bagdad. Y
aprovechó la guerra civil siria para labrarse una reputación mundial
como feroz y disciplinada vanguardia de la yihad, la guerra santa.
Cuando Al Bagdadi lanzó a sus unidades contra Bagdad a mediados de este
año, la red se había tupido en las propias narices del gobierno prochií
de Irak y ya era tarde para reaccionar.
El califato proclamado en julio por el Estado Islámico
busca revolucionar todas las fronteras de Oriente Medio, al trazar sus
fronteras imaginarias por al menos media docena de países. Pero
irónicamente el núcleo duro de Al Bagdadi está formado, según los
expertos, por exoficiales del partido Baas de Sadam Husein, que tanto los chiíes iraquíes como los Estados Unidos trataron de aniquilar desde la invasión norteamericana en el 2003.
La crítica recae en primera instancia sobre el presidente
George W. Bush, artífice de aquella torpe estrategia política que fue la
invasión de Irak. Pero también afecta al presidente Barack Obama, al
que se reprocha tanto la retirada precipitada de las tropas norteamericanas de ese país en 2011
-cuando el ejército iraquí estaba aún hecho unos zorros- como la
negativa a armar a los rebeldes sirios prooccidentales. Las sucesivas
derrotas de los insurgentes moderados a manos del ejército sirio de
Bashar al Assad produjeron, como efecto colateral, el fortalecimiento de
los rebeldes radicales del Estado Islámico, que han utilizado Siria
como banco de pruebas para la invasión de Irak.
Fuente: ABC
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